La magia en la materia
Adriano Silva tuvo desde muy pequeño una inclinación por el arte, toda ocasión era propicia para poner en práctica su talento natural hacia el dibujo y la pintura. Al quedar huérfano se quedó bajo la custodia de su tío-abuelo que lo formó como si fuera su hijo.
En su juventud se alistó en la Marina durante la Segunda Guerra Mundial, si bien, nunca estuvo en combate, la disciplina inculcada en las fuerzas armadas le sirvió para forjar una larga y prolífica carrera dentro de la plástica, al ser un oficio que le requirió de todo su tiempo y dedicación.
Tras haber desempeñado diversos oficios en su juventud y abandonar la milicia se mudó a Chiapas, donde trabajó como fotógrafo. Después de algún tiempo regresó a la capital del país a trabajar al Canal 11, perteneciente al Instituto Politécnico Nacional, IPN.
Sin embargo, su vocación estaba definida cuando decidió ingresar a la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado «La Esmeralda», lugar donde aprendió y aplicó las más diversas técnicas. Se formó bajo la Escuela Mexicana de Pintura, para después continuar su camino y definir un estilo propio e inconfundible que lo llevaron a producir más de tres mil obras.